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lunes, 10 de marzo de 2014

Cata 13 de Febrero 2014

Esta noche Amalauva al completo se sienta  alrededor de tres vinos que esperan para ser juzgados. Majestuosos e imponentes los miembros del tribunal observan severos las diferentes botellas. Acuerdan el
orden de cata. El juicio va a comenzar. Silencio.

Descorchamos una botella de Flor del 2012 que llega desde las laderas del Guadiana a su paso por Almendralejo (Badajoz). Hecho 100% con Tempranillo. Igual que en la Santísima Trinidad hay tres personas en una, en el Flor 2012 hay tres vinos en uno pues  es el resultado del  ensamblaje de tres elaboraciones diferentes, una carbónica, una tradicional y otra maloláctica.
A la vista es clarito, sonrosado. Se aprecia lágrima no demasiado densa. A la nariz saltan juguetones aromas florales y  a fresas. En ningún momento da la sensación de que tenga 15º como anuncia la etiqueta. En la boca resulta liviano, acuoso, de cuerpo quebradizo. Casi más parece una infusión de vino o incluso, más acertado, el liquidillo final de los “flashes” que sorbíamos de pequeños. A pesar de no ser lo que esperábamos, no podría haber mejor  compañero para la mermelada de violetas con que acompañamos el foie que hemos elegido como aperitivo para esta noche.
Un vino bueno sin más



Al Flor del 2012 le sigue, tras haber estado 6 meses en barrica,  un  Melior 2012 de Matarromera, elaborado con Tempranillo y Cabernet Sauvignon. Tiene un precioso color a piel de ciruela madura. Es brillante y limpio. Muy cubierto y sólido. La fruta madura invade la nariz despejando  la entrada a los aromas aportados por el roble americano, un poco de café aquí y un poco de vainilla allá. Dentro de la boca es voluminosos, casi sólido, muy intenso. Hay algo fresco y mucha presencia de la fruta con toques típicos a madera. El recuerdo del trago es largo y persistente. Muy buen vino.  





El siguiente en subir al estrado es una de las 13000 botellas de Gran Abadengo Reserva 2005 que hay en el mercado. Es un vino salmantino elaborado con uva Juan Garcia de cepas centenarias. Afinado durante 18 meses en barricas de roble rumano. Si, si, rumano.
Sus 14,5º se traducen en una delicada lágrima que desciende por el cristal hasta tocar la superficie del vino. El perímetro granate intenso va degradándose hasta el cereza brillante del centro. En nariz es delicado y cálido. Aromas a mermelada de fruta y  almíbares se entremezclan con los frutos secos, la vainilla y sobre todo un persistente aroma a pimienta. Una envolvente danza de olores que cambia a cada momento. En boca tiene el tacto de la miel. Muy equilibrado, redondo, sin asperezas. Vuelve a sobresalir la pimienta por encima de toques a café y vainilla. También hay algo picante, como a curry. Paso de boca suave y despedida larga. Grandísimo vino.

Se levanta la sesión. Hasta la próxima.

                                  
                                                                                                          Merlot.








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