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sábado, 31 de marzo de 2012

Vino, pintura y percepción del mundo.

   Con esta entrada pretendo demostrar las similitudes existentes entre la pintura occidental, su percepción del mundo a través de los siglos y las fases por las que pasa un bebedor de vino.

   Iniciamos esta andadura con el Románico y con la primera copa de vino. Al principio todo es alegre, jovial, inocente. Tus acompañantes y todo lo que te rodea es maravilloso. Te relajas, tomas otra copita y luego otra:

San Isidoro de León. Panteón de los  Reyes de León.(1157-1188)

   Comienza la fase de las chorradas. La realidad se deforma un poco. Empiezas a notar cosas raras. Pero no te preocupas:

  

   Tu mente, que detecta el peligro, te otorga un último momento de lucidez. De repente pasan imagenes con alto contenido simbólico. Vidas ejemplares que seguir.

  
      
Pantocrator.San Clemente                        Románico aragonés
de Tahull.(1123 aprox)                                                            

  
 
   Vale, vale, vale, te dices, ésta es la última, que ya estoy diciendo tonterias.

   Intentas recomponerte -el rómanico da paso al gótico-  y volver a la sensatez, recobrar la lucidez y la perspectiva. Enfocas de nuevo y el mundo parece recobrar su sentido:

Robert Campin. Retrato de un
hombre robusto. (1425)


venga venga ya casi lo tienes. Estás otra vez ahí... pero no, es imposible. La cuarta copa de vino es ingobernable y vuelves otra vez a las chorradas, esta vez ya sin freno. Tu interlocutor se convierte en esto:

Arcimboldo. Vertumno.(1591)

y luego en esto:


Arcimboldo.Vegetales.(1590)


   Ya no hay remedio. Es el descojone padre.
   Si tienes la suerte de contar con una pareja sensata que vela por ti y por tu reputación te aconsejará que cambies el vino por la fanta de naranja. Tienes dos opciones: sigues su consejo y todo irá bien (renacimiento, barroco, academicismo francés, impresionismo):


Antoine Watteau
Mezzetin.(1718)


o mandas la fanta de naranja a tomar por...y pides otra copa de vino. En tal caso la realidad se transformará en algo parecido a esto:

Edvard Munch. El grito (1893)

   La quinta y la sexta copa de vino no se como pero siempre vienen juntas. Y provocan dos efectos diferentes. El primero es un movimiento giratorio brusco que casi te hace perder la consciencia. Cuando te recuperas esto es lo que ves:

Picasso. Los tres musicos (1921)

   El segundo, que a ti te parece un ligero cabeceo, pero para los que no están como tú es  un temblor  en toda regla y que va acompañado de desplome mandibular y parpadeo frenético con los ojos casi cerrados. Esto es lo que verás. Sobre todo no te asustes:

Francis Bacon. El papa Inocencio X
de Velazquez (1961)

   A partir de aquí, como dice el coronel Kurtz, EL HORRRORRRR. Todo transcurre muy deprisa. Cuando vuelves a centrarte puede que veas esto:


Friedrich Vordemberge-Gildewart,
Friedrich Vondemberge
Composicion nº104(1936)

  En tal caso estas apoyado sobre los azulejos del cuarto de baño. O puedes ver esto:
Kasimir Malevich
Cuadro negro(1929)
 
   Si ves esto debes preocuparte no porque estés tirado en el suelo, que lo estás, sino porque tu pareja se ha ido con el tio que cambié el vino por la fanta de naranja.

Merlot






Diálogo con el vino (y II).



   Como ya supondrá quien haya leído la primera parte de esta entrada, esta semana adelantamos el día de cata,  del jueves lo pasamos al miércoles. La cata de la próxima semana también sufrirá cambios, pasará del jueves al martes.
   El miércoles pasado  nos enfrentamos a dos viejos conocidos:

 
 Nova Joven
        Durius Reserva 2006                                             Nova Reserva 2004



   Comenzamos con el Nova:

   Es un vino 100% Tempranillo que ha pasado 16 meses en barrica de roble francés y americano y antes de salir al mercado ha estado en botella 32 meses. Desde el mismo momento en que lo descorchas puede apreciarse su aroma equilibrado, como un suave perfume. Lo dejamos abierto un momento y lo servimos. El color es rojo intenso, hondo. Al olerlo detectamos inmediatamente las maderas y un montón de aromas que, por el momento, nos resulta mas dificil identificar, nos recordaban, como bien dijo Tinto a una granada (la fruta) estrujada. El verbo estrujar es  perfecto para describir la sensación olfativa.

   Lo probamos. Tras darle unas vueltas en la boca lo primero que destaca es su permanencia. Este rasgo quedó perfectamente definido en nuestra "nueva lengua" con el termino Barnizar que encontró Mencia. Efectivamente, el vino barnizaba la boca, era dificil de despegar, y no es que quisieramos hacerlo, pues la sensacion era muy agradable. Habia venido para quedarse. Daba pena beberselo.

   Alguien no recuerdo quien, dijo que no era una nova sino una supernova. Acertadisimo.

   Los taninos,  poderosos. Notamos rápidamente la acidez típica de los Ribera.

   Al tragarlo, tampoco me acuerdo quien, creo que fue Tempranillo dijo que golpeaba la campanilla como si esta fuera un puching ball.

   En resumen, se trata de un vino armónico, equilibrado y potente. Más para disfrutarlo en grupo que en una velada romántica. Recomendamos tener la botella abierta mas tiempo del que la tuvimos nosotros, entre 10 o 15 minutos estaría bien.

   Parece ser que este vino ya no se elabora. Si alguien tiene mas informacion sobre este punto, por favor, que nos la envíe a amalauva@gmail.com.

   Con ansia, atacamos el Durius:
   El corcho lleva grabado el hierro de la bodega, que no se a quien, creo que fue a ML, le pareció una advertencia ambigua, es especialmente indicado para mujeres o qué?.


   Se trata de un 100% tempranillo de las Tierras de Castilla y Leon. Antes del embotellado se  somete a un leve  filtrado lo que puede dar lugar a la aparición de posos en algunas botellas. Ha estado entre 6 y 8 meses en barrica.

   Lo primero que notamos al abrirlo fue el olor a tierra húmeda, no hacia presagiar nada bueno, amenazaba tormenta. Color rojo teja, mas o menos. Estuvimos discutiendo hasta que encontramos el término adecuado,  "sangre en albero" (creo que fue Tinto o Mencia quien lo dijo). Muy adecuado, pues tanto el olor como el color anunciaban  tragedia. Lo movimos en la copa. Fue ese momento el que cuento en la entrada anterior, donde explico como surgio el termino Aurora Boreal para referirnos al efecto que producía en el cristal de la copa. El paso por la boca quedó certeramente definido por Tinto como zigzagueante. El sabor,  no muy expresivo y un poco aspero, astrigente creo que se dice. Se desprendía al final de la boca sin dejar recuerdo ninguno.

   En resumen, un vino normal, al que hace algunas semanas le hubieramos dado una nota mas alta pero ahora que estamos mas preparados...creo que  no.

   Maridamos ambos vinos con un chorizo torpón y una especie de butifarra cordobesa que resultó agradable y reconstituyente.

   La importancia de esta cata no estriba en la calidad de los vinos sino, como dije en la entrada anterior,  en el descubrimiento metodológico que supuso hablar con el vino con nuestra propias palabras.


Merlot



viernes, 30 de marzo de 2012

(NUEVO) La importancia de los acentos.

   ( Esta mañana he colgado por error  una parte de esta entrada. Ahora ya está completa. Perdón.)

   Tinto insiste en la importancia que tiene acentuar correctamente las palabras que escribimos en este blog. Lo cierto es que yo no le doy mucha importancia. Acentúo las obvias, paso el corrector y a correr. Sin embargo, lleva muchísima razón y lo ilustraré con un ejemplo.
   En la entrada de ayer, Diálogos con el vino, escribo:

    " Tempranillo dio con lo que para mi fue uno de los hallazgos mas valiosos de la noche: llamo a todo aquel proceso que se estaba desarrollando ante nosotros Aurora Boreal. Toma ya poesía."

   cuando en realidad lo que quiero escribir es:

   " Tempranillo dio con lo que para mi fue uno de los hallazgos mas valiosos de la noche: llamó a todo aquel proceso que se estaba desarrollando ante nosotros Aurora Boreal. Toma ya poesía."

   ¿Ven dónde está la diferencia?

   No acentué la palabra "llamo" y este pequeño detalle cambia por completo el sentido de la frase: sin acento parece que soy yo el que decide llamar a todo aquel proceso Aurora Boreal, cuando en verdad lo que quiero decir es que fue Tempranillo quien llamó a todo aquel proceso Aurora Boreal. Ahora entiendo las miradas de reproche que durante todo el día de ayer me dirigió el grupo al completo.(je,je,je)
   Por cierto, también me he dado cuenta de la importancia que tienen esos tres "je,je,je" que pongo al final de la última frase, con ellos el sentido de la frase cambia por completo, pasa de ser SERIA  a ser CHISTOSA. Lo tendré en cuenta más a menudo.(je,je,je)

   Todo esto de los acentos me ha hecho reflexionar sobre la importancia de la Temperatura a la hora de tomar un vino. ¿Por qué algunas veces el mismo vino servido de botellas distintas sabe diferente? En ocasiones, sobre todo en cenas con amigos te levantas, vas a el sitio donde guardas los vinos coges unas botella y piensas: bah, para lo que va a durar me llevo dos. Abres la primera, que está a una temperatura , disfrutas del vino y cuando pruebas la otra, que ya se ha calentado un poco el vino sabe diferente.Ni mejor ni peor. Diferente.

   La temperatura es al vino, lo que el acento a las palabras. Una misma palabra cambia de significado por el solo hecho de llevar una rayita encima de  alguna de sus vocales. De la misma manera, un mismo vino, cambia de sabor  dependiendo de la temperatura a la que esté la botella.

   Si la temperatura es mayor que la idónea los aromas se evaporan con más facilidad y rapidez, esto tiene que ver con algo llamado uniones volátiles supongo que entre las moléculas del vino. Por lo tanto se ve mermado el resultado en la nariz y también en la zona retronasalIgualmente, cuando mayor es la temperatura mayor es la sensación de acidez del vino.  Como curiosidad decir que la temperatura del vino aumenta en el interior de la boca de 2 a 5 grados centígrados en cinco segundos. 

   ¿Y qué pasa si la temperatura es inferior? Pues que aumenta la sensación de aspereza en la boca.

   Por lo tanto, igual que acentuamos casi por inercia la palabra "camión", la próxima vez que sirvamos un vino démosle a la temperatura la importancia que se merece. 
  
Merlot

jueves, 29 de marzo de 2012

Diálogo con el vino (I)

   No me equivoco si digo que lo ocurrido ayer por la noche marcará un antes y un después en en la  -esperemos -  larga trayectoria del grupo. Y es que ayer mantuvimos nuestro primer diálogo sincero con el vino, de tú a tú, sin intermediarios ni ideas preestablecidas. Ayer fuimos capaces de crear un lenguaje nuevo, un idioma propio con el que comunicarnos con el vino. En realidad dimos los primeros pasos, pero fueron esperanzadores.

   La importancia de esto es enorme. Significa que hemos encontrado la manera de aproximarnos al vino con herramientas nuevas. En la base de este método está, lógicamente , el lenguaje, en esto no nos diferenciamos del método tradicional pero mientras que este último lo utiliza de una manera intensamente descriptiva hasta casi agotarlo nosotros lo utilizamos de una manera plástica, eligiendo cada palabra por su sonoridad, por la celeridad que transmite, el ajetreo o la belleza de la palabra en si. Pero no surge al azar. La palabra justa aparece después de enfrentar cada una de las sensaciones que el vino nos produce. Este es el momento cumbre.

    Describiré este proceso dialéctico dentro del grupo como uno de los momentos mas intensos que hemos vivido en el Peter. Comienza desde el mismo instante en que se descorcha la botella y se huele el corcho. Brotan las primeras palabras. Suelen ser apresuradas, estamos deseando catar el vino. Una vez servido en la copa comienza de verdad la conversación. El vino se introduce dentro de cada uno y mantiene un dialogo íntimo. Después fluye hacia afuera en forma de palabras -la mayoría de las veces- o imágenes. Hasta aquí todo transcurre como con el método tradicional. Es a partir de ahora cuando aplicamos nuestro método. Lanzamos esas palabras o imágenes unas contra otras. Elegimos una en un primer momento que parece que describe bien lo que queremos decir, pero inmediatamente la sustituimos por otra que une, al significado adecuado, la sonoridad, pero luego llega otra más que le aporta movimiento o mayor encanto. El proceso se detiene cuando se agota la conversación con el vino, cuando ya no aporta más o no podemos encontrar una palabra mejor.

   Cuando hablemos de la cata de ayer desde un punto de vista práctico se entenderá mejor. No obstante voy a adelantarme y poner dos ejemplos que ilustran perfectamente el método y los resultados obtenidos:

   Para describir el paso por la lengua de uno de los vinos catados ayer habíamos empleado unas cuantas palabras que sin embargo no acertaban plenamente con la sensación que nos provocaba. Podríamos haber utilizado el léxico tradicional: paso de boca aterciopelado, sedoso, aspero, pero entendíamos que con ninguna de ellas conseguiriamos establecer un dialogo sincero con el vino. Las imágenes, los adjetivos seguían brotando, unos se deslizaban, otros sonaban ruidosos, otros se atascaban así hasta que Tinto hizo el gran descubrimiento: zigzagear. Eso y no otra cosa era lo que el vino nos quería decir. El vino fluía por la boca, pero como un hilillo, sin cubrirla del todo, iba de un lado a otro, tampoco raspaba, podía ser sedoso pero esta palabra no aportaba nada en cuanto a la sensación de movimiento. Zigzagear era perfecto.

   El segundo ejemplo lo constituye la descripción de lo que el método tradicional llama lágrima del vino. Al servir el vino, agitarlo y ponerlo al trasluz comprobamos que en la superficie interior del cristal quedaban adheridos unas motitas de líquido, como minúsculos cristales. La luz incidía en ellos al mismo tiempo que la glicerina descendía por el cristal imprimiendo ese efecto tan característico. Podríamos haber zanjado esa experiencia visual utilizando un adjetivo clásico para describirlo. Pero fuimos mas allá, desencadenamos nuestro proceso dialéctico hasta que Tempranillo dio con lo que para mi fue uno de los hallazgos mas valiosos de la noche: llamó a todo aquel proceso que se estaba desarrollando ante nosotros Aurora Boreal. Toma ya poesía.

   Me doy cuenta en este momento  de que tal vez estemos dando una impresión equivocada. Solo somos cinco tíos que nos reunimos por la noche en un bar cerrado, con iluminación tenue o incluso sin iluminación en algunas zonas, abrimos unas botellas de vino y charlamos de nuestras cosas. Joder, lo estoy empeorando. Lo simplificaré recurriendo al discurso heterosexual: todos estamos felizmente casados.

   Sigamos.

   Nuestro método, el método Amalauva, nos abre un amplísimo campo de experimentación que estamos impacientes por recorrer. Este campo esta repleto de momentos felices -en torno al vino, claro- como el de ayer. De esto se trataba cuando ayer hablaba en la entrada Carta Fundacional (I) de consagrar nuestra actividad a la búsqueda de la felicidad -repito, en torno al vino-. Ahora disponemos de un estilo propio que nos facilitará la labor.

   Por último, una reflexión: ¿Se puede ganar dinero con esto?

Merlot


     
   

Creo que esto va a merecer la pena

Y me explico: Hoy hemos adelantado la cata de vinos, y después nos hemos ido a tomar unas cervezas. La sorpresa ha sido cuando uno de los integrantes del grupo (ML), palabras textuales...ha dicho: !!Ostia!!, esta cerveza no me sabe igual que la KROMBACHER que teneis en el Peter. Esto quiere decir que poquito a poco estamos aprendiendo a diferenciar lo bueno de lo habitual. Creo que estas reuniones nos estan enseñando a valorar algo mas que un buen vino.                                                                                              
                                                                          Tempranillo

miércoles, 28 de marzo de 2012

Vinos Miticos. Château Pétrus.

     Es improbable que en nuestra desesperada búsqueda de la felicidad nos crucemos con vinos como este. Se me ocurre que, para paliar tamaña desgracia, podríamos abrir una sección dedicada a estos vinos. Un rincón en donde poder admirar la forma de la botella o contemplar la delicada caligrafía de la etiqueta, vislumbrar los suaves tonos anaranjados que el paso de los años le va confiriendo, o soñar siquiera con mordisquear la cápsula que envuelve el infranqueable corcho.
   Yo me he decidido por el Château Pétrus:


quizá porque se elabora casi completamente con uva merlot:



el Chateau Petrus 1989 vale 3398 € la unidad.

                                                                                                                Merlot

Carta fundacional (I)

   Llegados a este punto, considero indispensable para continuar con nuestras actividades, dotarnos de un marco normativo que identifique y regule nuestros objetivos, la manera de alcanzarlos y las relaciones que entre nosotros se establezcan para la consecución de tal fin. Teniendo en cuenta la estrecha relacion que pretendemos mantener con el vino y conociendo perfectamente  sus imprevisibles efectos  creo reconocer esta tarea como algo ineludible. Se me ocurre una analogía que tal vez nos ayude a comprender la importancia vital que tiene la redacción de una Carta: en todas las peliculas de submarinos los intrepidos capitanes que los tripulan se empeñan en hacerlos descender a profundidades cada vez mas grandes con el objetivo de conocer cuales son sus limites. Cada vez que nosotros abrimos una botella de vino sometemos a nuestro grupo a la misma prueba. Si a esa botella le siguen otras aumentamos la magnitud del descenso ¿cual es el problema? al igual que en el submarino las paredes comienzan a abombarse por efecto de la presión en nuestro grupo  pueden aparecer discrepancias (no digo disputas, eso no) sobre todo a la hora de tomar algunas decisiones, pero a diferencia del submarino que cuenta con un capitán que resultara ser mas responsable que intrépido, nosotros vamos a la deriva y como ninguno de nosotros querra adoptar el papel de capitán -porque exige abstemios sacrificios- no nos queda mas remedio que dotar a nuesta nave de un poderoso armazón que resista una y otra vez las presiones a las que la someteremos. Este caparazon es la Carta Fundacional.
   Pongámonos manos a la obra:
   Lo primero, subirnos a hombros de gigantes o lo que es lo mismo transitar por sendas ya recorridas por otras entidades que han demostrado sobradamente su éxito. Tomemos el extraordinario texto del preámbulo de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América:

      "sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad  y la búsqueda de la felicidad..."

   Eh, eh, eh, para el carro dirán algunos, ¿pero quien coño son estos tíos? ¿habrase visto pretenciosos de tal calibre? pues no van a incorporar la declaración de derechos del hombre a sus estatutos. Y yo les contesto: no, no la queremos así tal cual, pues la vamos a mejorar ¿como? simplificándola. En un ejercicio de rebeldía, de los pocos que ya nos podemos permitir, prescindiremos de todo, igualdad, libertad, fraternidad y nos quedaremos solo con el sacrosanto derecho a la busqueda de la felicidad. Caballeros, corramos a por un martillo y un cincel y apresurémonos a grabarlo en el frontispicio de la puerta de entrada a nuestro club.
   Por supuesto, se trata de buscar la felicidad a través del vino o lo que es lo mismo, de aquella forma de felicidad que las aptitudes del vino procuren. Este principio sera extensible a los momentos en los que sin estar reunido el club, disfrutemos, con otra compañía, de un buen vino.


                                                                                                                           Merlot
   

De las Cepas Rojas al Vino "Sagrado"


No hay nada fuera de lo común cuando, en cualquier lugar del mundo, se abre una botella de vino para ser compartida. Este vino tinto que compartimos hoy ,es en esencia  igual que cualquier otro, quizás con un grado de alcohol algo más bajo y sin adornos de añadas, crianzas, etc... Nos puede llamar la atención el lugar de la cata: un país caribeño, pero el elemento realmente diferenciador es que fue elaborado con uvas procedentes de “cepas rojas”, una  variedad sobre la que hay gran desconocimiento sobre su resultado final en algunas circunstancias.
En las liturgias cristianas se utiliza vino tinto para consagrar, pero ¿servirá la uva procedente de cepas rojas para este fin?
Las uvas de este país son amables, cálidas, alegres, con personalidad, pero están sujetas por cepas que llevan decenas de años oprimiéndolas, dominándolas, asfixiando su desarrollo y lo que es peor, decidiendo sobre su manera de pensar, relacionarse,decidir su futuro y en definitiva, coartando la posibilidad de vivir en libertad. En este estado, sería fácil pensar que el adoctrinamiento ejercido por la “cepa roja” ha conseguido su propósito en la mayoría de la población vinícola o cuando menos que es de razón, para la mayoría de las uvas, no volver a posiciones ancestrales en las cuales poseían una enfermedad endémica de las uvas de este país como es la religión.
Santiago de Cuba, el Papa oficia una misa, toda la sociedad Cubana está  allí, bueno casi todos (las uvas exiliadas, encarceladas o muertas no cuentan en este país). En la plaza todo es un fervor, no hay discrepancia. Solo oír, asentir y CALLAR. No se aprecia el dominio que ejerce la cepa, uniendo a la uva con la tierra estéril. Llega el momento más esperado por todos (vaaale, las “cepas” no cuentan) la consagración del pan y el vino… y ocurre… pues lo mismo que en todas partes… el vino no hierve. ¡Pues claro¡, ¿o pensabais que el vino de cepas rojas no vale para ser consagrado…? Pues SI.
Y vale porque la mayoría del pueblo Cubano lo quiere así. Por mucho que se esfuercen estos regímenes totalitarios en deshacer la conciencia y la tradición del pueblo, la pequeña uva sabe cuál es su camino y finalidad.

                                                                                                                Mencía