Septiembre es el mes de la vendimia, al menos en nuestro querido hemisferio norte. Durante este mes los lomos de nuestros esforzados agricultores se
doblan una y otra vez sobre las cepas cargadas de racimos -creo que este va a ser un buen año- segándolos limpiamente y colocándolos unos sobre otros en cajas. Así comienza la nueva temporada vinícola. Algunas de esas uvas, ya fermentadas, pasarán por nuestros gaznates en los próximos meses. Otras, se harán esperar un año, quizá más. Algunas no las verán nuestros ojos y otras no las podrán pagar nuestros bolsillos. En cualquier caso, pedimos a los elaboradores de vino que, por respeto a los lomos de nuestros esforzados agricultores, hagan vinos de calidad y que por consideración hacia nuestros mermados bolsillos, ajusten el precio.
doblan una y otra vez sobre las cepas cargadas de racimos -creo que este va a ser un buen año- segándolos limpiamente y colocándolos unos sobre otros en cajas. Así comienza la nueva temporada vinícola. Algunas de esas uvas, ya fermentadas, pasarán por nuestros gaznates en los próximos meses. Otras, se harán esperar un año, quizá más. Algunas no las verán nuestros ojos y otras no las podrán pagar nuestros bolsillos. En cualquier caso, pedimos a los elaboradores de vino que, por respeto a los lomos de nuestros esforzados agricultores, hagan vinos de calidad y que por consideración hacia nuestros mermados bolsillos, ajusten el precio.
Mientras todo esto pasa a nuestro alrededor sin darnos cuenta, el grupo Amalauva tiene ya puesta a punto la mesa, las copas limpias y enfiladas y los aperitivos humeantes.
Empezamos con un vino que nos llega desde la otra parte del Mediterraneo, apreciado antiguamente en toda la ribera de este cálido mar, casi lago, tanto como ahora apreciamos los bmw´s, audis y nokias de otras partes del mundo. Expresión de una civilización cuna de la nuestra que no pasa ahora por sus mejores momentos, (o tal vez sí), recibe el nombre de Retsina:
RETSINA OF ATTICA:
La savatiano, es la uva que da vida a este vino. Se cría en el Attica y las islas del Egeo.
Tiene un magnífico color dorado, igual que el de la máscara de Agamenón. Limpio, con una transparencia de siglos y de ribetes amarillos intensos.
En nariz, sorprenden los aromas a laurel, tomillo... a campo. Es algo novedoso. En boca, los sabores primarios iniciales, salados y amargos van dejando paso a... es difícil de definir... más bien, sabe al olor de un trocito de bosque de pinos, de tres o cuatro pinos juntos, la resina, la corteza, los piñones, a la capa de hojas secas que, como los alfileres de San Antonio, que deciden quien se casa y quien no, se acumula en el suelo.
Lo pondré mas fácil para los que viven enclaustrados en la urbe. Vayan al Leroy Merlin mas cercano, a la sección de frisos de madera, hagan un pequeño agujero en el platico que envuelve los paquetes y aspiren profundamente... a eso mas o menos sabe.
Nos gustó muchísimo.
Si quieren saber el porqué de este aroma pinchen aquí.
En resumen, fue como sentar el Mediterráneo a la diestra, que a la siniestra tenía ya los aromas de un tocinillo que trajo Graciano de no recuerdo dónde.
Seguidamente, le quitamos el tapón a un
BARBAZUL 2011
Color granate intenso, con una lágrima densa que se acumula en las paredes de la copa como las gotas de cera en los cirios de las iglesias. En nariz, es potente, hasta el más valiente retrocede. Mucha fruta. Llegan los tonos a madera. En boca es potente también, con mucho alcohol pero bien equilibrado y nada áspero. Muy agradable.
Nos gustó muchísimo y nos alegró saber que por esas tierras se hacen vinos de calidad y sobre todo con personalidad.
Por cierto, la botella es preciosa.
No se si recordareis que tenemos un enviado especial en Cataluña, que nos suministra regularmente vinos de la zona. Es un winehunter nato. Hasta ahora no nos ha decepcionado ni una sola vez. Y esta no iba a ser la primera.
Puso sobre la mesa un:
BRU DE VERDÚ 2011
sacado de contrabando el mismísimo día de la Diada. Corriendo un riesgo enorme. Si le hubieran detenido, habría sido acusado de desgajar una Parte del Todo, de llevarse un trocito de la esencia catalana a tierras de bárbaros donde solo Dios sabe de que horribles formas lo mancillarían. Lo repito, un winehunter nato. Gracias M.
De Costers del Segre. Este joven con crianza, con hechuras de tempranillo y syrah, alcanza los catorce grados sin despeinarse. Ya lo anuncia la lágrima en el cristal. Bonito color rubí.
Huele a frutas maduras, moras, higos, mezcladas con el toffe y la vainilla de la madera. Como todos los vinos de esa zona de España (uy, lo que he dicho!!!) nos resulta salado, mineral y terroso...y buenísimo.
Merlot
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