Aprobar recortes y ajustes cada Consejo de ministros se ha convertido en práctica habitual desde que Rajoy accedió al Gobierno. Estamos tan acostumbrados a ello como a los Hat Trick de Messi cada jornada de Liga.
Confieso que aun estando de acuerdo con la necesidad de ajustes no me convencía esta estrategia. Prefería que las medidas se tomaran de una vez y que el malestar ciudadano provocado inevitablemente por la dureza de algunas de ellas se manifestara también de una vez, aunque esto significara que el país ardiera por los cuatro costados.
Confieso que aun estando de acuerdo con la necesidad de ajustes no me convencía esta estrategia. Prefería que las medidas se tomaran de una vez y que el malestar ciudadano provocado inevitablemente por la dureza de algunas de ellas se manifestara también de una vez, aunque esto significara que el país ardiera por los cuatro costados.
Pero hete aquí, que de repente me viene a la mente una anécdota graciosa sobre como se debe hervir una rana y a partir de esto, toda la táctica de Rajoy cobra sentido.
No recuerdo dónde lo vi o dónde lo leí o si fue alguien quien me lo contó, pero la técnica para hervir una rana consiste, no en introducirla de golpe en una olla con agua caliente, pues la rana saldrá disparada de un salto, sino en meterla en agua a temperatura ambiente e ir calentándola poco a poco. La rana se acostumbra al calor y acaba muriendo cocida. De repente me vi a mi, a mi familia, a los miembros de amalauva, a mi comunidad de vecinos, a la gente de mi barrio, a todo el mundo, como si fuéramos pequeñas ranitas verdes metidas todas en una enorme olla de esas de los anuncios de Fairy. Cada viernes nos suben un puntito la intensidad del fuego, al principio notamos un poco el calor, hay cierto malestar y nos agitamos e interactuamos unas ranitas con otras, algunas gritan, pero no es un verdadero grito de dolor, es mas bien de enfado, pues no quieren pasar de un estado en el que están cómodas a otro que va a requerir un tiempo para acostumbrarse. Pero la verdad es que ninguna quiere saltar fuera de la olla. Fuera de la olla hace frio y hay depredadores. Es preferible seguir todas juntitas y calentitas en esa especie de sopa boba.
Los políticos saben de nuestro complejo de ranitas cobardes y acomodadizas. Bueno, es posible que ellos no tengan ni idea, pero tienen colaboradores muy inteligentes que se dedican a estudiar el comportamiento del populacho y que hace tiempo que saben, aunque esto lo guardan bajo siete llaves, que somos las sociedad mas atemorizada de la historia y que estamos hipnotizados por el materialismo mas ramplón. Tenemos tanto miedo a no poder hacernos con el ultimo cachivache tecnológico o a no poder pagar los “espidifenes” y vernos condenados a una vida de continuo dolor de cabeza (¡¡¡Oh, dioses malvados!!!) que preferimos seguir sumergidos en el caldo, aunque aumente de temperatura, antes que salirnos de él.
Porque, seamos sinceros, ¿quién quiere de verdad cambiar las cosas? Porque es necesario un cambio, ¿no? ¿O no?. Y que yo sepa, cambiar significa dar o recibir una cosa por otra que la sustituya. Mirémonos fijamente unas ranitas a otras y preguntémonos si las ranitas-minero quieren cambiar subsidios por facilidades para montar sus negocios o las ranitas-funcionario quieren cambiar cafetito eterno por mejora en la atención al ciudadano o las ranitas-banquero quieren cambiar socialización de perdidas por responsabilidad personal.
Si quisiéramos cambiar las cosas con la misma convicción que tenían los sans-culotes o los bolcheviques, lo primero que tendríamos que hacer es saltar de la olla, ir a por la mano que controla la temperatura, separarla de un tajo del brazo, bajar la temperatura y empezar a cocinar una nueva receta. Por el contrario, me parece que nos quedaremos cocinándonos en nuestro jugo, cada vez mas hinchados hasta que no seamos más que trozos de carne chocando unos contra otros.
(P.D: Al señor que controla la temperatura:
Doy por hecho que sabe usted lo que hace, es decir, que tiene una receta. Desde mi modesta opinión de ranita me atrevería a sugerirle que añadiera un buen chorro de vino de Borgoña, ablanda la carne de rana y hace mas consistente el caldo.
Un saludo afectísimo)
Merlot.
Y mi pregunta es: ¿por qué un chorro de Borgoña y no uno de un caldo del país?
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