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lunes, 23 de julio de 2012

Beati Hispani quibus bibere vivere est.


    Esta frase se atribuye a Julio Cesar y puede traducirse por  Dichosos los Hispanos para quienes beber es vivir. Este gran hombre conoció bastante bien a nuestros antepasados, no en vano ocupó el cargo de cuestor (una especie
de juez) en Hispania  y más tarde, ya enfrascado en la guerra contra Pompeyo, recorrió la piel de toro batallando contra su antiguo amigo, contando entre sus soldados  con aquellos  hombres bajitos, siempre malhumorados, que mostraban tanto arrojo como indisciplina y que los romanos llamaban  hispanos. Por lo tanto, nos sufrió en los pleitos y en el combate dos disciplinas en las que nos hemos especializado con el correr de los siglos.

   Para nosotros, los Hispanos, vivir y beber están tan íntimamente relacionados que sólo podemos distinguirlas por sus efectos recíprocos. Así, la vida se introduce dentro de la bebida dando vinos y licores de agreste personalidad, que saben  al terruño y que huelen a sudor ( como alguno de nosotros detectó en la ultima cata), son alegres, un poco cabezones, pero noblotes. Y el beber, entreverado en la vida, causa continuas resacas que obligan a preguntarnos constantemente ¿Quiénes somos?, ¿dónde estamos? y ¿adónde queremos ir?. Si asumimos esto como una verdad incuestionable podremos entender no sólo las contradicciones que como sociedad y como país vivimos actualmente, sino que nos servirá para  explicar  muchas de las cagadas que jalonan nuestra historia.

   A cada festejo histórico le sigue una resaca de campeonato. Tan intenso es el reseteo que somos incapaces de acordarnos de qué iba la fiesta. No es que deliberadamente olvidemos nuestra historia, es que el dolor de cabeza es tan fuerte que nos impide recordar algo. La Hispania romanizada  sucumbe a las invasiones de las tribus barbaras. Resacón. Sobre lo poco  que en ese momento podemos recordar construimos el Visigothorum Hispanorum Regnum. Tras la fiesta llegan los árabes y la temida resaca. Otra vez a intentar recordar quienes somos y de donde venimos. La Reconquista, los Reyes Católicos y el Descubrimiento y conquista de America. Fiesta de nuevo. Llegan los Austrias. Resacón. Son reyes extranjeros que no nos entienden ni pretenden hacerlo. Nos utilizan en sus chanchullos europeos. Con cada decisión que toman perdemos algo de lo que fuimos hasta que, de nuevo, lo olvidamos todo. Con los Borbones, de nuevo vamos haciéndonos una idea de lo que somos y de cómo podemos organizarnos. Llega otra fiesta, la más grande que jamás hayamos tenido, la guerra de la Independencia. Nada nos define mejor, para bien o para mal, que lo que hicimos en ese momento. Nunca estuvimos más unidos. Catalanes y extremeños, gallegos y valencianos, curas bandoleros y liberales beatos. Pero tras esta gran juerga, llegó la peor resaca de nuestra historia. Guerras civiles, frustradas repúblicas, perezosas monarquías  y espesas dictaduras. Fuimos dando tumbos hasta el guateque del 77 y la fiesta de la Transición.

   No se si ahora seguimos de fiesta o empezamos a despertar con resaca. En cualquier caso, encontrar un motivo de juerga no nos hará daño. Si estábamos de fiesta, empalmamos con la nueva. Y si estamos de resaca, pues ya se sabe, lo mejor para que desaparezca es beber lo mismo que bebimos antes de acostarnos.

Merlot





1 comentario:

  1. Sabias palabras... Creo que estamos despertando despues de una fiesta dedicada a la construccion y a las corruptelas.Con lo cual, opino que nos quedan unos cuantos años de resaca en la que espero no volvamos a beber más de lo mismo.

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