Con esta famosa frase, fray Luis de León retomó su labor como catedrático en la Universidad de Salamanca tras cinco años de ausencia. Así, como si nada.
Después de un puente tan largo como este de primeros de mayo, fiesta del trabajo o de los trabajadores y de la comunidad de Madrid, la frasecita de Don Luis viene que ni pintada. Parece que han pasado un montón de semanas desde la última cata reseñada en este blog. La verdad es que yo me tomo esto de los puentes muy en serio, tanto, que después de cruzarlos los vuelo por los aires, no sea que me persiga la puñetera realidad que dejo atrás. El problema es que a la vuelta (porque hay que volver) me lo encuentro en ruinas y me cuesta muchísimo cruzarlo. Volver otra vez a la rutina cuesta. Poco a poco lo voy consiguiendo y por fin me he puesto con la cata que celebramos el jueves anterior al puente, debió ser el 26 de Abril:
Probamos un Señorío de Bullas Reserva 2006.
Me acabo de enterar de que existe la Denominación de Origen Bullas. Es un vino tinto, elaborado 100% con uva monastrell por Bodegas del Rosario. Si mal no recuerdo es la primera vez que probamos un vino elaborado con esta variedad.
Ha estado entre 6 y 12 meses en barrica de roble francés que ha pintado el vino de un bonito color rubí. En boca nos resulta salado, con un profundo sabor a mar. Se nota que el Mediterráneo está cerca. Podría acompañar perfectamente a una buena mojama.
Presenta un retrogusto poderoso. Notamos como asciende por la nariz una vez tragado y como persiste un largo rato.
Es un vino sorprendente. Muy bueno.
Dejamos Murcia y nos vamos a la Mancha. Abrimos una botella de Estola Reserva 2006.
Es un vino elaborado por Bodegas Ayuso en Villarobledo, Albacete, con uvas de las variedades Tempranillo y Cabernet Sauvignon. Ha permanecido un mínimo de 12 meses en barrica de roble. Tiene un color rojo intenso con bordes teja. Un olor a hierbabuena y especias y como no, a fruta madura. En boca nos parece acuoso, pasa de largo sin dejar ningún recuerdo especial.
La verdad es que esperábamos más de este vino. No es que esté malo, no, pero quizá ha estado demasiado tiempo en barrica y la madera termina por restarle fuerza.
Maridamos los vinos con lo que a buen seguro se va a convertir en un compañero inseparable en las próximas 40 o 50 catas: unos paquetitos envasados al vacío de jamón ibérico, lomo y chorizo ídem, y un queso de oveja para llorar. Hasta pronto.
Merlot
Y hasta los puentes nos quieren quitar los políticos...
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