Bodegas Marques de Riscal. Elciego (Alava) |
He pensado que podía escribir acerca de la transformación arquitectónica que, en los últimos años, han vivido algunas bodegas españolas al calor del boom inmobiliario y del creciente interés por todo lo relacionado con el vino.
Antes de nada debo hacer una puntualización: no tengo ni idea de arquitectura, así que, lo que diga tendrá más que ver con el fondo que con la forma, es decir, no entraré a valorar aspectos técnicos y me detendré sólo en los estéticos por mucho que ambos estén relacionados.
Voy a empezar por el edificio que diseñó el arquitecto Frank Gehry para la Bodega Marqués de Riscal. Lo primero que llama la atención es la presencia de varios niveles de superficies curvas de distintos colores que dan al edificio un aspecto sin duda innovador. Pero ¿basta con ser innovador para que sea un buen proyecto? La mayoría de la gente diría que sí. Es el espíritu de esta época. Tenemos miedo a no parecer lo suficientemente "guays" o "cools" y damos por sentado que estamos ante una obra de arte por el simple hecho de presentar formas geométricas imposibles enlazadas arbitrariamente y que en conjunto dan la sensación de que va implosionar sobre sí misma. Porque esto es lo que parece a primera vista este edificio.
Frank Gehry considera que la Arquitectura es arte, es decir, el edificio debe ser una obra de arte en sí mismo. Hasta aquí estamos de acuerdo. Sin embargo, el arte debe preocuparse única y exclusivamente de la técnica y la forma?, es decir, ¿debe ser arte por el arte o bien debe preocuparse por el fondo, por transmitir un mensaje? Es evidente que al aceptar el encargo de estas Bodegas, Gehry opta por la segunda finalidad del arte. Su obra debe transmitir un mensaje relacionado con el vino. ¿Lo consigue? Yo creo que no. Nada puede identificarse menos con el vino que esta intrincada red de formas curvas que se superponen unas con otras y que no van a ninguna parte. El vino es algo lineal, resultado de un proceso que tiene un principio y un final. Nada menos caótico que el vino y nada más tranquilo que su proceso de envejecimiento. No encuentro ninguna de estas sensaciones en esta madeja metálica.
Casi siempre, estos autores recurren, para explicar sus obras, a la idea de "encaje en el paisaje", auténtico cajón de sastre en donde las obras más absurdas encuentran justificación. Es posible, que Gehry haya construido este edificio como metáfora del paisaje que le rodea o quizá como la pieza que le falta, no lo sé, pero en cualquier caso su semejanza con otras obras del mismo arquitecto anulan esa justificación. Por si no lo sabían, Frank Gehry es también el autor de estos diseños:
Museo Guggenheim. Bilbao. |
Museo de arte Weisman. Minneapolis. |
Sala de conciertos Walt Disney. Los Angeles. |
Sospechosamente, repite hasta la nausea una misma fórmula sin importar el contexto en el que se circunscribe, campo o ciudad, ciudad grande o mediana, industrial o turística...
No quiero extenderme mucho más hablando de la dudosa funcionalidad de este edificio si se utiliza como bodega. No así como pista para skaters. Así que, en resumen:
Sin duda las formas innovadoras nos sitúan ante la modernidad, pero nada hay en este edificio que transmita un mensaje relacionado con el vino. Yo haría dos sugerencias a los dueños: primera, dense prisa por encontrar un arquitecto que comience a despuntar para encargarle la renovación de esta bodega porque es evidente que al ritmo que Gerhy diseña sus edificios y la continua repetición de su formula su obra pasará de moda dentro de muy poco. Y segunda, cuesta identificarse con una propuesta tan innovadora en materia arquitectónica conservando un nombre tan anticuado como Marques de Riscal, yo sugiero que se lo cambien por algo mas actual como Riscalia o Marquesalia.
Merlot
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