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viernes, 2 de noviembre de 2012

Españolito...Estalla!!!


   El infeliz de este video lleva alegrándome la existencia toda la semana. Cada vez que  quiero olvidarme
de algún problema, me lo pongo, cada vez que alguien me viene con  una mala noticia, Julito al canto,  cuando algún iluminado salta con que lo peor está por llegar, le doy al play, o sencillamente cuando estoy solo y no tengo ningún motivo para reír, ahí está Julito.

   Mi madre me enseñó que reírse de la gente está mal, aun cuando te den motivos de sobra para hacerlo. Creo que por eso, a medida que veía el vídeo mas y mas veces crecía  en mi una sensación de vergüenza y  lástima de mí mismo. Siento que debo una disculpa a Julito por abusar  de sus desgracias para amortiguar las mías. Al mismo tiempo me siento en deuda con él. Mis momentos de descojone los he pagado con sus “talentos”. Se me ha ocurrido que para saldar mis deudas debía transformar el infortunio de Julito en ejemplo para todos. Tenia que convertir su desgracia en una gesta ejemplar para el resto. Debía convertirme en su hagiógrafo.

    La historia está llena de hazañas que en verdad no fueron más que momentos desafortunados, un monton de actos grotescos y chapuceros, más o menos adecentadas por quienes después las glosaron colmándolas  del honor y el arrojo que en realidad les faltaron. Sin embargo, estas historias prendieron en el corazón de otros sirviéndoles  de ejemplo y espoleándoles el ánimo cuando este se achicaba. Esta, pues, será la manera de lavar mis pecados.

   Julito, con su acción, ha querido revelarnos una gran verdad de nuestro tiempo: lo fácil que es seguir una orden sin cuestionarla. Incluso cuando no se sabe muy bien su procedencia. Es más, yo diría que cuanto más difuso es su origen con mayor convencimiento se acata: Huelga general!, Rodeemos el Congreso!, Independencia!, Amnistia!. Igual que Julito, obedecemos  la orden sin rechistar. El interior del cráneo se nos cristaliza y como si fuera una barrica vieja impide nuevos aportes al cerebro. Su carrera tambaleante nos recuerda a nosotros mismos, un atajo de patizambos intelectuales que creen poder cambiar la sociedad pasando al “tuiter” las frases de los azucarillos. Y allá que te vamos todos juntos, envalentonados, bravucones buscando pelea…Y ya sabemos cual es el final: palos, palos y más palos. ¿Quién sufre las huelgas sino los ciudadanos? ¿O es que creemos que a la casta política y a la financiera les afecta?, ¿La independencia? Menuda patada le van a dar a Mas en el culo de los catalanes, como se la dieron a Ibarreche. ¿Quién sirvió de pelotita antiestres de los antidisturbios el otro día en el Congreso?. En fin.

    Así como Jesús vino a salvarnos de nuestros pecados, Julito esta ahí para lo mismo. Es nuestro Redentor. Con su sacrificio nos redime de nuestra situación de borregos zampaconsignas y pintaletreros, nos rescata de nuestra condición de crédula carne de cañón y  nos libra del dolor. Se lo lleva todo él. Embistiendo esa papelera llena de basura, metáfora de nuestro sistema político, nos protege  de las consecuencias asumiendo el sólo un ostión que va destinado a todos nosotros. Julito es el coronel Kurtz en Apocalipse Now, es Clint Eastwood en Gran Torino, es Jesucristo en La vida de Brian.

   Vuelvo a poner el video. Esta vez, lo veo a cámara lenta mientras escucho esta música. Es sobrecogedor. Veo las gafas salir volando. Esos anteojos, instrumento de su pasión, deben  convertirse en una reliquia venerada por todos.

   Me embarga una inmensa paz. Siento mi alma limpia. El cuerpo y la sangre de Julito están haciendo su efecto.

            Merlot

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