En inglés, la palabra empleada para hipoteca es mortgage. El término es un préstamo del francés medieval que a su vez tomó del latín. Mort significa
muerte y gage, promesa. Parece ser que hacía referencia a la “promesa” de pagar una deuda y que ésta quedaría “muerta”, es decir saldada, cuando el préstamo se pagara completamente. Una explicación satisfactoria. Aunque también podría ser que mort se aplicara al deudor y no a la deuda. En cualquier caso, para el que firmaba, la palabra muerte estampada en la cabecera del documento tendría un inmediato efecto laxante amén de un recordatorio angustioso que duraría al menos hasta saldar la deuda. Se trata por tanto de un término en sí mismo intimidatorio, capaz de poner de manifiesto con toda crudeza la gravedad del asunto. Por el contrario, la palabra hipoteca carece de ese efecto conminatorio.
Hipoteca viene del griego y significa “algo colocado debajo”. Son los romanos quienes le dan su significado actual: “préstamo que sustenta y apoya la tenencia de unos bienes”, préstamo que hay que pagar, claro. Convendrán conmigo en que firmar un documento donde no hay referencias explicitas a la muerte, ni a juramentos ni a promesas que obliguen a nada no asusta tanto y por ello puede hacerse con total imprudencia. Es lo que ocurre con el españolito, quien desconociendo el significado original de hipoteca y no teniendo esta poder intimidatorio per se, le da el significado que más le conviene desde “porqueyolovalgo” a “vivalavidaloca” pasando por “sopringaos”. Muy diferente del inglesito que solo puede hacer combinaciones de dos elementos, mort y gage, tomados de dos en dos con resultados igual de amenazantes:” promesa de muerte” o “muerte prometida”. El pobre está cagado y es normal.
Con esto no quiero decir que el frenesí hipotecador de la última década en España hubiera sido menor de haber tenido una palabra para hipoteca algo más persuasiva, como por ejemplo, “tutumba” o “chupasangre”. Pero si que hubiéramos sido mas cautelosos de haber tenido que firmar algo llamado “mequedotualma” en vez de algo llamado “hipoteca”. De igual forma que para un inglés no seria lo mismo firmar una “mortgage” que una “supercalifrisqui”.
La letra pequeña en la hipoteca de un inglés sobra. Si se ha firmado ante palabras mayores como “muerte” y “compromiso” poco le ha de asustar las letrillas a pie de página. Sin embargo, con un español hay que asegurarse. Sabemos que no es consciente del compromiso que va a firmar y menos aun de las consecuencias que acarrea su incumplimiento. Pero tampoco es cuestión de asustarle. Es mejor atiborrarle de clausulas. Cuantas más sean, menos empeño pondrá en leerlas.
En caso de incumplimiento, el inglés, que cree avalar la deuda con su vida, descubre con alivio que eso era en la Edad Media, que ahora, en el siglo XXI basta con devolverle el bien al acreedor y zanjado el asunto. El español, que no se había preparado para esto, se encuentra con que le quitan el bien y le dejan la deuda.
Díganme ustedes si a la vista de todo esto no habría que sustituir “hipoteca” por una palabra con un sonido mas aterrador y que infunda el suficiente miedo como para mantener alejados a los incautos que creen que todas las palabras significan “jauja”.
Claro que antes habría que sustituir las palabras “político” y “banquero” por otras de cacofonía y significado más adecuado a la realidad que describen. Yo propongo la de “bastardoshijosdeperra.”, pero seguro que ustedes encuentran un montón de sinónimos.
P.D: Habrá quien me diga que para un inglés, mortgage tiene el mismo significado vacío que, para un español tiene hipoteca, puesto que muerte es death y no mort , y gage ha perdido el sentido de promesa. Es verdad. Sin embargo la lengua inglesa conserva palabras con la raíz mort como mortal, mortality, mortification, mortuary que hacen referencia a la muerte. Por consiguiente si un inglés oye mort automáticamente piensa en la de la guadaña. Igual pasa con gage, existe engaged con el sentido de prometido, comprometido; engagement ring, anillo de compromiso.
Merlot
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