Los Payasos de la tele estuvieron en antena desde 1972 hasta 1983, lo que significa que con sus trastadas entretuvieron, precisamente, a las generaciones que ahora sufren con más crudeza los efectos de la crisis.
Más o menos los que ahora estamos entre los 35 y los 48 años. Un intervalo de tiempo, el que va desde el 72 al 83 en el que ocurrieron hechos importantísimos que transformarían el país de arriba abajo y que moldearon de forma diferente a cada generación. Cada nueva hornada de españolitos se criaba en un marco de relaciones políticas y sociales distinto al anterior. Desde los que crecieron en los años finales de la dictadura pasando por los que mamamos la transición hasta llegar a los que se destetaron en democracia. Los valores, las costumbres, los objetos, las modas cambiaban a una velocidad de vértigo marcando a cada generación y distinguiéndola del resto. Los rasgos propios de mi generación y que aun hoy nos sirven para reconocernos como grupo en conversaciones de bar fueron el pan y chocolate, las botas ortopédicas, el chispacillo de quina Santa Catalina a la vuelta del colegio, los vales del Spar, pegarlos en familia, las tardes con Elena Francis…
Debo confesar que no vi mucho a Gaby, Fofito y Miliki. Desarrollé muy pronto coulrofobia o dicho en plata, un miedo irracional a los payasos. Desde entonces no los puedo ni ver. Es más, corro el riesgo, si estoy cerca de uno, de no poder articular frase con sentido ni parir idea por sencilla que sea. He desarrollado con el tiempo un sexto sentido para detectarlos. Me considero por ello una especie de Blade de los payasos. También debo admitir que me aficioné a la quina Santa Catalina y que solo superé cuando me cambió la voz, ya entrada la pubertad.
Aparte de las grandes diferencias entre generaciones en esos años, lo común a todas fue reírse con los Payasos de la Tele, corear sus canciones, repetir sus trastadas y contestar Bieeeeeen! cuando preguntaban ¿Cómo están ustedes? Siempre estábamos bien.
Resulta muy gracioso comprobar cómo la etapa democrática, en esencia, reprodujo el espíritu de aquel programa de payasos. Los políticos se juraron a sí mismos que convertirían a aquellas generaciones de niños en las mas favorecidas de la historia, aquellos niños repeinados y de rodillas roñosas siempre contestarían ¡bieeeeen! cuando se les preguntara ¿Cómo estaban? Juraron que levantarían un inmenso circo en el que seriamos eternamente niños. Y así ha sido hasta hace poco.
A cubierto por la enorme carpa pusieron a nuestro alcance todo aquello que deseábamos, lo mereciéramos o no: ley del mínimo esfuerzo, inmunidad hasta los 18, sexo seguro, televisión todo el día, titulaciones universitarias a mogollón, creación ad hoc de millones de puestos de trabajo de por vida , Euribor más punto y medio, Euribor más un punto, Euribor más medio punto, dinero gratis, especulación inmobiliaria, piedra filosofal para convertir el barro en oro, todos brokers de Wall Street, mirar por encima del hombro, sentir audis y bmws bajo las pelotas, hijos con melena rubia y ensortijada, enriquecimiento sin ética, sueños de grandeza… ¿Cómo están ustedeeeeeees? Bieeeeen, siempre bieeeeeeen.
Cuarenta años después, la carpa se ha derrumbado pero sigue habiendo payasos en la tele. Sin embargo, han decidido cambiar las tornas. Ya no somos nosotros, niños eternamente mimados, los que nos reímos de ellos. Ahora son ellos los que se cachondean de nosotros.
Merlot
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