Anoche, como cada semana, el grupo se dio cita para disfrutar de un rato de charla y de una nueva experiencia con los 5 sentidos puestos en desnudar 3 nuevos vinos.
En esta ocasión, la cata se circunscribe al varietal Tempranillo, pero contemplando diferentes denominaciones de origen y distintos pasos por barrica.
Elegimos para maridar queso de oveja semi-curado y butifarra.
Finca La Estacada 2008, 6 meses:
Comenzamos la noche con este Tempranillo D.O. Uclés de las bodegas Finca La Estacada situadas en Tarancón (Cuenca) con 13,5ª de alcohol y, como ya hemos indicado, un paso de 6 meses por barrica de roble americano. Tapón de aglomerado corto.
Se trata de un vino sin tratar, si bien al servir no se apreció precipitación. Desde el descorche aparece un vino rojo cereza cristalino y con aroma a frutos maduros. Trae recuerdos de infancia (y no tan lejanos) cierto olor a gominola.
El aroma se ve algo enturbiado por cierto olor a carbónico, que prácticamente desaparece al dejar respirar en copa unos instantes.
En boca, los tonos de fruto maduro que se adivinaban en nariz, también se advierten claramente en boca, mostrando un vino algo duro, nervioso, con un final en boca ácido, casi salino. No llegamos a descifrar cierto tono herbaceo percibido por parte del grupo. ¿Pimiento? ¿Pepino?
El maridaje con el queso es oportuno y rebaja la dureza percibida, respetando el tono afrutado.
Sin ser un vino que entusiasme, teniendo en cuenta su juventud y su precio ajustado, debemos ser benevolentes y apreciarlo en su justa medida.
Loriñón Crianza 2008:
Llegamos al ecuador de la cata (la verdad, en este momento aún no habíamos decidido que éste no sería el último vino de la noche)
Loriñon, Rioja crianza, de las Bodegas Bretón es un tempranillo más bien flojo. Uno de nosotros llegó a comentar que el tapón olía a pies. Algo nos está pasando, porque el comentario no era reprobatorio, sino elogioso. ¡Ummm! No desvelaré al lector el nombre del responsable de esta apreciación.
A mí, la verdad, sin llegar a oler a moho, me llegaba aromas orgánicos, como a turba. Este aroma, es verdad, no se traducía en boca.
La semana pasada probábamos un Reserva de la misma bodega. Bien, pues sin que este vino sea para tirar cohetes, nos pareció algo más agradable que aquel, que pecaba de una acidez excesiva. Poco más podemos decir.
Viña Cumbrero Reserva 2005:
El último vino de la noche es este reserva de unas de las bodebas más antiguas de La Rioja, las bodegas Montecillo, establecidas en Fuenmayor y que datan de 1874.
Estas bodegas fueron vendidas a las bodegas Osborne en 1973. Este vino es de esta nueva era y su producción está orientada a su venta en grandes superficies, sin perder en calidad, pero sin el prestigio que le dan a la casa el crianza Montecillo o el reserva Monty.
Aunque Viña Cumbrero es un Rioja clásico y la bodega tiene su reconocimiento, no descubrimos en esta ocasión, o al menos quien escribe, ningún matiz interesante en este vino.
Un vino correcto, bien presentado, con un tapón de corcho (frente al aglomerado de los anteriores) con apreciable calidad, pero un vino que desde el descorche, no transmite.
Personalmente, esa contraetiqueta con cerca de veinte líneas de autobombo, no me parece elegante. Al contrario, me parece más propia de un vino de mesa de menú del día de 6,25€
Graciano
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