El motivo de mi dicha no es otro que comprobar que el vino cuenta con la privilegiada atención en forma de subvenciones de todas y cada una de las administraciones que conforman el estado español. Desde la local a la estatal, la cantidad de subvenciones destinadas a potenciar los más diversos aspectos del mundo del vino es abrumadora.
Ni un solo sector, desde el cultivo y la recolección, pasando por el transporte a la bodega y las catas y hasta la promoción en el extranjero se quedan sin regar con dinero público. Muy bien empleado.
La inversión necesaria en el sector vitivinícola es estratosférica y la iniciativa privada, a pesar de contar en los últimos años con inversores proveniente de sectores tan pujantes como la construcción y el fútbol, no puede abordarla en su totalidad. El estado funciona aquí perfectamente cubriendo una necesidad del sector productivo que va a reportar enormes beneficios al conjunto de la sociedad. Por un lado, se fomenta la I+D colocando a nuestro país como referente internacional del sector. Aumenta la contratación tanto de empleados no cualificados, puestos que serán cubiertos por inmigrantes que tendrán así la posibilidad de una vida mejor, como de trabajadores especializados formados en nuestras universidades cumpliendo así con el papel que se espera de ellas. Por otro lado, la abundancia de dinero atraerá a profesionales extranjeros de todos los sectores: arquitectos, diseñadores, pintores, enólogos, chefs etc contribuyendo, que duda cabe, a situar a España también como referente cultural. En cuanto al vino, es innegable que sufrirá una profunda transformación tanto cuantitativa, aumento de la producción, como cualitativa, mejores caldos convirtiéndose en un icono reconocible y apreciado en el extranjero.
En resumen, he aquí un ejemplo de cómo el empleo de dinero público nos guiará hacia la Tierra Prometida.
Y una mierda…(lo siento Mencia, hasta aquí he llegado, yo soy mas de desiertos y pedregales que de ríos de leche y miel)
La subvenciones no hacen otra cosa que sepultar el sector vitivinícola bajo una losa de apatía y conformismo a pesar de los reportajes que intentan dar una imagen innovadora y que periódicamente aparecen en la prensa y la televisión.
Las subvenciones, en general, deberían hacer sospechar al emprendedor. Recuerda un poco al premio en forma de natillas o chocolate que te daba tu madre si te comías las verduras. Esto de los negocios es lo mismo que lo de las verduras. El estado te dice: monta un negocio y te doy una subvención. Mejor no lo hagas. Ahórrate el amargo sabor de las verduras. El estado lo que realmente quiere es que pagues impuestos por tu actividad, amén de tenerte controlado, de que no molestes, en definitiva, convertirte en un manso (y vago) corderito.
Dejen que sea la iniciativa privada la que se encargue de calibrar cuales son las circunstancias mas favorables en cada momento y por lo tanto de diseñar las estrategias más idóneas para sacarle el mayor beneficio posible. Así y solo así se conseguirá dotar al sector de la dinámica innovadora necesaria para triunfar en una economía globalizada.
P.D:
¿Creen realmente que el que inventó la maquina de vapor allá por el siglo XVIII recibió dinero del estado? De haber sido así, con la mitad del dinero habría pagado a los alemanes para que lo fabricaran ellos y la otra mitad la habría apostado en Ascott.
¿O que Dickens habría criticado la sociedad victoriana como lo hizo de haber recibido algún tipo de subvención por parte del estado al que criticaba?
¿O que los de Apple habrían montado el primer pc de haber estado subvencionados por el estado que en ese momento monopolizaba el uso de esa tecnología con fines militares?
Sin embargo, el estado francés, personificado en la figura de Napoleón, si subvencionó, mediante concurso, la invención de la lata de conservas con el único propósito de aumentar la “productividad “ y el alcance de sus tropas a las que no afectarían los continuos problemas de avituallamiento. La lata de conservas también “facilitó” el hacinamiento durante cuatro años de millones de combatientes en las trincheras de la primera guerra mundial.
Y el gobierno americano subvencionó la bomba atómica.
Y el gobierno español el cine español. Solo por esto último, cada vez que un verdadero emprendedor escuche la palabra subvención se le deberían erizar hasta los pelos de la lengua.
Merlot
En sintonía contigo estoy Merlot. Lo subvencionado siempre es mediocre porque entre otras cosas distorsiona el valor de cualquier objetivo. Por eso en Amalauva no aceptamos subvenciones pero podríamos tener en consideración algún mecenazgo. ¿Qué te parece?
ResponderEliminarMencía